La habilidad de ponerse en el lugar del otro y observar los hechos desde el lugar que el otro los ve, es lo que llamamos empatía.
Muchas veces solemos confundir la empatía con darle al otro lo que yo necesito, es decir, interpretar que el otro necesita lo que yo hubiera necesitado frente a esa situación.
Cuenta la historia, que un niño se acercó por primera vez al borde del balcón de su casa, quedando fascinado por el paisaje que se levantó ante sus ojos: arboles frondosos, flores coloridas, y un cielo azul inmenso. De pronto vio un pajarito reposando justo al borde de una cornisa; asustado y desesperado, agarró al pajarito y lo metió dentro de la casa. Cuando la madre llegó y vio al pajarito asustado, le preguntó a su hijo qué hacía ese pajarito encerrado en el departamento. El niño le contestó entusiasmado: “Mami, lo salvé de haberse caído de la cornisa al precipicio”
Empatizar significa ayudar al otro desde la necesidad que tiene el otro. Y para comprender qué necesita la otra persona, necesito entender la situación que está viviendo, y cómo se siente frente a eso que le está pasando; ya que podría imaginarme cómo me sentiría yo ante esa misma situación, aunque probablemente, no sería igual a cómo lo esté viviendo el otro.
¡Te estarás preguntando por qué pasa esto!
La respuesta es simple y compleja a la vez, cada persona observa los hechos que le pasan desde ópticas y miradas distintas, interpretando las situaciones, y dándoles un significado diferente al que tal vez le daría otra persona. Nuestra mirada está condicionada por cómo somos y por los conceptos que nos hemos ido construyendo a lo largo de la vida.
Nuestro objetivo a la hora de empatizar con otra persona, tiene que ver con entender la interpretación que le dio la persona a la situación, para comprender cómo se siente y poder ayudar desde ese lugar.
Entonces, ayudar significa darle al otro lo que necesita, sin necesidad de que sea lo mismo que yo necesito.
¿Se nace o se aprende?
La empatía se aprende, y comienza con la decisión de respetar al otro. Respetar sus ideas, sus acciones y sus emociones frente a una situación. Entender que no tiene por qué pensar ni actuar como yo lo haría, sino simplemente comprender que hay múltiples formas de pensar y hacer una misma cosa, y que no por ello puede estar mal o bien.
Una parte fundamental de la empatía, es aprender a no juzgar a los otros por sus pensamientos y acciones, sino comprender por qué lo hicieron y qué los llevó a eso.
La empatía es una filosofía de vida, teniendo en cuenta al otro y su necesidad.
Aprovechemos la cuarentena para entender cómo la viven nuestros compañeros y amigos, porque probablemente cada uno la interprete desde un lugar diferente, y lo viva con emociones y sentimientos diversos. Escuchemos, comprendamos la mirada que tiene cada uno de ellos. Practiquemos más que nunca la empatía en tiempos de cuarentena.
